Apoya la memoria

4/5. Resistencia contra el franquismo (1936-1979)

La guerrilla rural: enlaces y guerrilleros/guerrilleras

Desde el momento en que triunfa el golpe de Estado y para ocultarse de la violencia que se estaba ejerciendo, grandes grupos de personas se refugiaron en las montañas de todo el país. Este fenómeno, conocido genéricamente como el de los huidos, dio pie en los años 40 a las organizaciones de resistencia contra la Dictadura: los maquis.

En Galicia, León, Asturias, Cantabria, Levante, Extremadura o Andalucía, los restos del ejército republicano consiguieron organizarse y dar forma a ese movimiento que se alargó hasta entrados los años 50.

Les apoyaron familiares, vecinos, amigos…, los llamados enlaces. Estos también fueron duramente reprimidos por parte de la Dictadura, que creó leyes específicas para erradicar cualquier movimiento de oposición y resistencia. Fue tal su importancia que desde los nuevos estudios sobre la guerra ya se plantea que la guerra civil no terminó en 1939, sino que continuó hasta los años 50.

Esperanza Martínez García “Sole” (1927) y Pedro Juan Méndez “Jalisco” (1928-2012) fueron enlaces y guerrilleros durante los últimos años de existencia de la guerrilla antifranquista.

La guerrilla urbana: sabotajes y propaganda

A la par que la lucha guerrillera que tuvo lugar en las montañas, existieron grupos de resistencia armada en las ciudades, especialmente en Madrid y Barcelona. En Catalunya tuvieron una importante presencia. En su mayoría eran personas que residían en Francia y cruzaban la frontera para realizar acciones contra la Dictadura, por ejemplo, sabotajes contra intereses económicos o contra personas vinculadas con la Dictadura o acciones de propaganda. También estuvieron muy presentes hasta los años 50 y, al igual que los guerrilleros del monte, su destino fue el exilio o la muerte a manos del franquismo.

Leopoldo Iglesias Macarro (1927-2013) fue un militante comunista antifranquista que participó en actos de propaganda y solidaridad con los presos en las cárceles.

La creación de sindicatos y otros movimientos clandestinos

Con el paso de los años y la desaparición de la resistencia armada, la lucha contra la Dictadura se canalizó a través de los sindicatos de clase clandestinos. Especialmente activos a partir de los años 60, sindicatos como Comisiones Obreras (CCOO) o Unión General de Trabajadores (UGT) se mantuvieron activos en muchas de las industrias existentes en el país. Además de infiltrarse en los sindicatos verticales —los únicos permitidos por la Dictadura—, protagonizaron algunas acciones de cierta importancia, como la huelga de tranvías en Barcelona en 1951, la huelgona de 1962 en Asturias y León, las movilizaciones estudiantiles del 68 o la huelga de la Seat en 1971 en Barcelona.

Manuel Gil Prieto (1927-2014), relata los inicios de Comisiones Obreras, sindicato creado de forma clandestina durante la Dictadura.

La represión a los opositores al régimen

Como hizo desde su mismo nacimiento, la Dictadura utilizó la violencia siempre que era necesario reprimir cualquier intento de oposición. Así, creó leyes específicas para ejercer esa violencia estatal; utilizó a la Policía, la Guardia Civil y al Ejército como estamentos para ejercer dicha violencia; y creó un aparato de información y vigilancia de la oposición para tener conocimiento en todo momento de qué estaba ocurriendo en la oposición y quién formaba parte de la misma. Los asesinatos, en forma de fusilamientos, fueron algo común, siendo los últimos el 25 de septiembre de 1975, menos de dos meses antes de que muriese Francisco Franco, el dictador que gobernó España con mano de hierro durante cuarenta años.

Marcos Ana (1920-2016), condenado a muerte y encarcelado desde los 19 hasta los 41 años, fue testigo de cómo se “sacaba” cada día a los presos políticos para matarlos.