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2/5. Golpe de Estado y guerra (1936-1939)

Conspiración contra la República

Desde el mismo 14 de abril de 1931 la República tuvo muchos detractores. Los sectores que hasta entonces tenían el poder económico (la Iglesia, la aristocracia y el ejército, principalmente), vieron cómo sus privilegios podían desaparecer. Hubo varios intentos de golpes de Estado militares que no llegaron a fructificar, pero con la victoria del Frente Popular esta conspiración se hizo todavía más fuerte. Estas élites favorecieron un ambiente de violencia e inestabilidad en las calles, un proceso que acabó propiciando un golpe de Estado.

Emilio Monzó Torrijo (1920-2018) y Félix Padín Gallo (1916-2014), militantes y testigos desde las calles de la conspiración conservadora contra la Segunda República.

El golpe de Estado

El 18 de julio de 1936, en las colonias españolas en Marruecos y en varias de las divisiones militares se declaró la guerra contra el gobierno de la Segunda República, iniciándose con el golpe de Estado liderado por el general Francisco Franco. Triunfó en puntos como Galicia, Navarra o Marruecos, pero en muchos otros la defensa del Gobierno por parte de las organizaciones obreras provocó su fracaso. España quedó dividida en dos zonas: la leal o republicana y la sublevada o franquista, autollamada como “nacional”.

Enric Casañas Piera (1919-2015) y Manuela Molina Castro (1920) tuvieron impresiones muy diferentes sobre la llegada del golpe de Estado

Defensa popular: la formación de las milicias

Durante los primeros días y meses que siguieron al 18 de julio, fueron las propias organizaciones obreras las que se auto organizaron para combatir al ejército sublevado. Se conocen como las milicias, que desde el primer momento protagonizaron la lucha contra el fascismo en muchos frentes (Aragón, Catalunya, Madrid, Asturias,…) y que, tras varios intentos, acabaron siendo obligadas a formar parte del ejército republicano.

Antonio Torres Morales (1918-2014) y  Enric Casañas Piera (1919-2015) participaron

El papel de la mujer durante la guerra: de la milicia a la retaguardia

Las mujeres formaron parte de la sociedad en guerra del mismo modo en que lo hicieron los hombres. Defendieron con armas al gobierno republicano, formaron parte de las milicias que lucharon contra el fascismo y se organizaron para participar en la guerra. Sin embargo, con el paso de los meses, el ejército republicano decidió que su papel tenía que ser menor, las apartó del frente y las relegó solo a los trabajos en la retaguardia, especialmente en industrias armamentísticas o en sanidad.

La miliciana Conxa Pérez Collado (1915-2014) relata una de sus vivencias en el frente; Felipa Plaza González (1917-2013) nos cuenta cómo ayudaba desde la retaguardia.

La revolución anarquista, un nuevo modelo económico-social

A la par que se defendía el ataque del fascismo, en algunos puntos del país se emprendió una revolución social. La revolución afectó especialmente a cuestiones económicas –con colectivizaciones de industrias o zonas agrarias– y militares –con la creación de milicias que se enfrentaron directamente al fascismo en el frente de batalla–. Esta revolución social fue especialmente intensa en Aragón y Catalunya, donde participaron más de un millón y medio de personas, pero acabó siendo absorbida por el estado republicano.

 Joaquina Dorado Pita (1917-2017) fue la presidenta del consejo de la colectivización de la industria maderera de Barcelona durante la guerra.

El apoyo internacional a los sublevados y a los defensores de la República

La guerra civil española puede considerarse el primer frente de batalla de la Segunda Guerra Mundial. Alemania, gobernada por los nazis, e Italia, gobernada por los fascistas, dieron apoyo material y humano a los sublevados. A partir de octubre de 1936, el Estado republicano comenzó a recibir el apoyo de la Unión Soviética. Además, unas 40.000 personas voluntarias de todo el mundo acudieron a defender la República, creándose así las Brigadas Internacionales, un fenómeno espontáneo de militantes antifascistas.

Théo Francos (1914-2012) fue brigadista internacional francés durante todo el transcurso de la guerra, de forma totalmente voluntaria y huyendo de la muerte en varias ocasiones.

El transcurso de la guerra y los ataques a la población civil

La inferioridad de los recursos materiales y humanos del bando republicano fue más que manifiesta desde el comienzo. Los sublevados fueron ganando terreno poco a poco, salvo excepciones épicas como la defensa de Madrid, cercada por el bando sublevado desde 1936. Esto provocó una guerra de casi tres años, larga y cruel, donde por primera vez en la historia se realizaron bombardeos contra la población civil (en la carretera de Málaga a Almería, en Barcelona, Madrid, Guernika, Lleida, Tarragona, Reus, etc.). Esto, unido al avance de las tropas sublevadas, provocó unos enormes movimientos migratorios, donde la población trató de alcanzar zonas más seguras o, incluso, el exilio.

José Hiraldo Aguilar (1917-2016) estuvo presente en la retirada de la carretera de Málaga a Almería, donde fue atacada la población civil por el ejército franquista.